Miren al mar, dijeron. Las mujeres buscando ansiosas a sus
ansiados esposos, volviendo de lejanas tierras con preciados tesoros.
Miren al mar y los oirán, y los podrán ver y oler. Y cuando
regresen sabrán lo que decimos.
Miren al mar y no busquen a la gaviota, ni al cuervo.
Cierren sus ojos y sientan las olas, y escuchen las voces de los que allí se
han perdido. Miren al mar, buscando.
Miren, con grandes aspiraciones, pues no verán.
Vendrá la tormenta, vendrá la lluvia con la tempestad. Pero
los momentos perdidos, no, no vendrán.
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