lunes, 13 de diciembre de 2010



Me levanté de mi tumba para mirar a las estrellas. Tenías una extraña costumbre de sentarte en el muro que marcaba la frontera con el mundo real, el mundo de los vivos. Ahí estabas, con tu gato negro. Sonreías a la luna.
Desde ese día no te pude olvidar, todas las noches quedábamos para reirnos del mundo... Contigo aprendí grandes cosas, me enseñaste a bailar entre las sombras, me enseñaste que las chicas muertas no lloran.


Pequeña...eres mi rosa negra.
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